No todos los Clubes de Ajedrez tienen la fortuna de contar entre sus socios y jugadores con alguien como Don José. Quien, en esta ocasión, esta ocasión nos hace llegar, en forma de amena crónica, su charla ajedrecística, convenientemente acompañada de una buena cerveza, con el GM Yuffa.
Estaba yo el otro día en el bar
tratando de resolver el problema de ajedrez del periódico cuando se me acercó
un chaval joven. Tardó dos minutos en resolver el problema que me traía a mí de
cabeza, y le invité a una cerveza y pegamos la hebra.
Era un muchacho ruso de veinte
años. Rompimos el hielo pronto, porque hablaba el español mejor que yo el ruso,
y entre cerveza y cerveza me contó que se llamaba Daniil Aleksandrovich Yuffa.
Era natural de Tiumén, en el sur de la Siberia Occidental, pero tras algún
tiempo en Inglaterra se había nacionalizado español, estudiaba Economía y vivía
en la que los alicantinos llaman la millor terra del món.
Dani aprendió a jugar al ajedrez
a los cinco años, de la mano de su abuelo. A los diez, una lesión jugando al
fútbol le tuvo escayolado tres meses, tiempo que dedicó al ajedrez, y aquello
fue decisivo: pronto se convirtió en un experto desollador, como llaman
en Rusia a los mozalbetes que, jugando simultáneas, cometen un leve error en la
apertura para hacer creer al Maestro que son principiantes, y a veces el
Maestro se da cuenta, demasiado tarde, de que no lo son . A los quince años era
Maestro Internacional, y a los dieciocho Gran Maestro. Ahora tiene fundadas
esperanzas olímpicas, que ojalá se cumplan. Le gusta la apertura catalana, con
su fianchetto del alfil de casillas blancas, y me dio la impresión de
que está algo verde en la teoría porque desconocía la apertura Chaparral.
Pero algún defecto tenía que
tener: no es hincha del Real Madrid. Vivió en Londres en el barrio de Higbury,
y en el estadio del mismo nombre sí, el del 7-1 a España el 9 de diciembre de
1931 vio jugar con el Arsenal a aquel gran extremo zurdo de la selección rusa
que se llamó Arshavin. Se hizo de los gunners, claro. Yo le dije que si
hubiera vivido en Madrid hubiera visto jugar con los blancos a otro ruso,
Cheryshev, y...
¿Me hubiera hecho del Madrid?
me preguntó.
No repuse: te hubieras hecho
del Cádiz. Eliminó al Madrid de la Copa del Rey por alineación indebida de
Cheryshev.
Luego volvimos al ajedrez, y
como había visto que me gustaban los problemas cogió una servilleta y dibujó
esta posición:
Blancas juegan y ganan, me dijo.
Llevo una semana dándole
vueltas, y no doy con la solución. Basta
que el negro haga P5R para impedir la coronación del peón blanco. ¿Seréis
capaces vosotros?
En fin, se nos acababa el
tiempo. Por casualidad, llevaba yo en el bolsillo las Lecturas de ajedrez,
de Yuri Averbach, y le rogué una dedicatoria.
¿Para quién?
Pon: "Con afecto, al Club
de Ajedrez Los Navalmorales."
Lo escribió, y lo firmó: D.
Yuffa.
José
B.Rodríguez