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jueves, 15 de febrero de 2018

DE CAÑAS CON EL MAESTRO

No todos los Clubes de Ajedrez tienen la fortuna de contar entre sus socios y jugadores con alguien como Don José.  Quien, en esta ocasión,  esta ocasión  nos hace llegar, en forma de amena crónica,   su  charla ajedrecística, convenientemente acompañada de una buena cerveza, con el GM  Yuffa.


Estaba yo el otro día en el bar tratando de resolver el problema de ajedrez del periódico cuando se me acercó un chaval joven. Tardó dos minutos en resolver el problema que me traía a mí de cabeza, y le invité a una cerveza y pegamos la hebra.
Era un muchacho ruso de veinte años. Rompimos el hielo pronto, porque hablaba el español mejor que yo el ruso, y entre cerveza y cerveza me contó que se llamaba Daniil Aleksandrovich Yuffa. Era natural de Tiumén, en el sur de la Siberia Occidental, pero tras algún tiempo en Inglaterra se había nacionalizado español, estudiaba Economía y vivía en la que los alicantinos llaman la millor terra del món.
Dani aprendió a jugar al ajedrez a los cinco años, de la mano de su abuelo. A los diez, una lesión jugando al fútbol le tuvo escayolado tres meses, tiempo que dedicó al ajedrez, y aquello fue decisivo: pronto se convirtió en un experto desollador, como llaman en Rusia a los mozalbetes que, jugando simultáneas, cometen un leve error en la apertura para hacer creer al Maestro que son principiantes, y a veces el Maestro se da cuenta, demasiado tarde, de que no lo son . A los quince años era Maestro Internacional, y a los dieciocho Gran Maestro. Ahora tiene fundadas esperanzas olímpicas, que ojalá se cumplan. Le gusta la apertura catalana, con su fianchetto del alfil de casillas blancas, y me dio la impresión de que está algo verde en la teoría porque desconocía la apertura Chaparral.
Pero algún defecto tenía que tener: no es hincha del Real Madrid. Vivió en Londres en el barrio de Higbury, y en el estadio del mismo nombre ­sí, el del 7-1 a España el 9 de diciembre de 1931­ vio jugar con el Arsenal a aquel gran extremo zurdo de la selección rusa que se llamó Arshavin. Se hizo de los gunners, claro. Yo le dije que si hubiera vivido en Madrid hubiera visto jugar con los blancos a otro ruso, Cheryshev, y...
­¿Me hubiera hecho del Madrid? ­me preguntó.
­No ­repuse­: te hubieras hecho del Cádiz. Eliminó al Madrid de la Copa del Rey por alineación indebida de Cheryshev.
Luego volvimos al ajedrez, y como había visto que me gustaban los problemas cogió una servilleta y dibujó esta posición:
Blancas juegan y ganan, me dijo.
Llevo una semana dándole vueltas, y  no doy con la solución. Basta que el negro haga P5R para impedir la coronación del peón blanco. ¿Seréis capaces vosotros?
En fin, se nos acababa el tiempo. Por casualidad, llevaba yo en el bolsillo las Lecturas de ajedrez, de Yuri Averbach, y le rogué una dedicatoria.
­¿Para quién?
­Pon: "Con afecto, al Club de Ajedrez Los Navalmorales."
Lo escribió, y lo firmó: D. Yuffa.
 José B.Rodríguez